¿Se ha pasado de moda la buena educación? Opinan sobre el tema Paola Dominguín, modelo, actriz y diseñadora; Carla Royo-Villanova, presidenta de Carla Bulgaria Roses Beauty; Lola Carretero, periodista especializada en moda, y Carmen Amoraga, periodista y escritora. Publicada en la revista Yo Dona el 11 de marzo de 2011.
En YO DONA nos preguntamos si la buena educación es un valor anticuado o si, por el contrario, es un arma de seducción masiva que necesitamos para vivir. ¿Triunfa más fácilmente la gente chabacana que las personas con buen gusto y exquisitos modales? También queremos que nuestras tertulianas opinen sobre si la formación y el poder económico imprimen clase o si, por el contrario, los políticos, los médicos o los embajadores pueden llegar a ser más groseros que el tendero del barrio.
Ver video: http://www.elmundo.es/yodona/bidi/2011/03/306/tertulia/
Participan:
1.- Carmen Amoraga: Periodista y escritora, finalista del último Premio Planeta con «El tiempo mientras tanto».
2.-Lola Carretero: Periodista especializada en moda y colaboradora de la Cadena Ser.
3.-Paola Dominguín: Modelo, actriz y creadora de la firma comercial que lleva su nombre, dedicada al diseño de joyas, artículos de viaje y complementos, entre otros productos.
4.- Carla Royo-Vilanova: Presidenta de Carla Bulgaria Roses Beauty. miembro del comité de la Academia del Perfume y autora de varios libros, entre ellos «La sencillez del saber estar» (ed. Martínez Roca).
Por SILVIA CASTILLO Fotos CARLOS ALBA
Cuando Carla Royo va en moto por las calles de Madrid tiene que sortear a los que escupen desde el coche y a Lola Carretero le han lanzado un cigarro encendido. Carmen Amoraga recuerda que un médico insultó a su padre en la consulta y Paola Dominguín exige a sus amigas que respeten su tiempo y se niega a que se dediquen a hablar por teléfono mientras ella espera. “Estar bien educado no es sinónimo de dinero, de un buen puesto de trabajo, de hablar ocho idiomas, ni de un traje elegante. Tampoco es saberse un montón de normas de protocolo. La educación conlleva ser simpático, agradable, agradecido, natural, sencillo y espontáneo. Respetar a los demás por encima de todo. Y, como dice mi padre, la educación no hace daño a nadie”. Esta afirmación de Carla Royo, en su libro “La sencillez del saber estar”, marca el inicio del debate. Nos preguntamos de qué sirve hoy en día la buena educación y Lola Carretero opina que puede perjudicar e incluso ser la causa de que una persona parezca vieja y anticuada.
Lola: La amabilidad no se valora. Vas a una entrevista de trabajo y la persona reposada, que contesta con vocabulario extenso, escucha y calla, al final da la impresión de que le falta carácter, agresividad o empuje para el puesto que se ofrece. A menudo la persona educada parece carca, no se premia su actitud e incluso acaba siendo un demérito.
Paola: No estoy de acuerdo. Yo he tenido muy buena educación y la sigo teniendo. De hecho, con la prensa me va muy bien porque soy educada, que es la mejor arma. Ante una ordinariez nunca entro al trapo: me levanto y me voy.
Lola: Me parece bien que no estés de acuerdo Paola, pero la buena educación se castiga, porque muchas veces parece que la persona prudente es poco moderna. ¡Ojo cómo te expresas!. Las personas con vocabulario culto se pueden encontrar con que alguien les diga: “Claro, como es muy mayor”, “como es una antigua”…Y, sin embargo, en la televisión triunfan programas donde te avergüenzas de la gente que aparece. Eso es lo que le gusta al público, porque los buenos modales se identifican con personas estiradas o antiguas. Desde luego yo no voy a renunciar a mi educación y me da igual que piensen que soy Madame de Pompadour.
Carla: Evidentemente, puede que haya cuatro que piensen que somos cursis, porque pedimos las cosas por favor o porque tenemos una actitud dulce y no agresiva ante la vida. No entiendo por qué hay que ser desagradable por sistema. Me gusta visitar pueblos con mi familia y entre la gente del campo encuentro personas que tienen una sabiduría, una elegancia y una sencillez que impresionan. Si no saben, preguntan o se callan, pero nunca resultan groseros o maleducados. Tienen sentido común
Carmen: Estoy con vosotras en que se ha perdido la prudencia y ahora más que nunca la ignorancia es muy atrevida. Pensamos que todos sabemos de cualquier cosa y también confundimos formación con educación. Recuerdo que mi madre, que no habla por no pecar, un día fue al médico con mi padre y él le dijo: “Yo a usted no le voy a operar”. Mi madre preguntó por qué y la respuesta fue: “Está gordo”. Mi madre le contestó: “Usted tendrá la carrera de médico, y a lo mejor alguna más, pero no tiene ninguna educación”. Comportarse de forma correcta no tiene nada que ver con los estudios, sino con valores como saber estar en el mundo. La gente es muy irrespetuosa.
Paola: En Colombia lo que más me ha sorprendido ha sido la educación, la riqueza en el vocabulario, el tono exquisito con el que se dirigen a los demás. Te pueden estar mandando a la porra, pero con elegancia. ¿Por qué hemos perdido el respeto y el buen trato en nuestro país? Allí, cualquier camarero o un niño que está por la calle y te quiere vender flores, se dirige a ti con cortesía y con modales que aquí no vemos casi nunca.
Lola: Efectivamente, antes no había tanto acceso a la información o a las escuelas, y sin irnos a Colombia, te encontrabas a niños y adultos en el campo que era una delicia conversar con ellos. Yo oía a mi madre y a mi padre decir que éste era un país de personas discretas y, sencillamente, eso se ha pasado de moda.
Carla: Yo no lo creo, porque a todos nos encanta que nos traten bien. A la persona que dice más barbaridades también le gusta ser tratada con respeto. El problema es otro.
Paola: Efectivamente, el drama es que la persona soez y malsonante al final sale en tres programas de televisión más. Entonces, la conclusión es: “Todos a ser maleducados”.
Esther Tusquets, autora de “Pequeños delitos abominables”, pregunta: “¿No te molesta cuando nadie te da las gracias? ¿O cuando un camarero te deja abandonada en un rincón sin atenderte? ¿Y los que se exhiben sin pudor desde la televisión?”. Las tertulianas reflexionan sobre el origen de este mal: ¿Toda la culpa es de la llamada “caja tonta”, o también de los padres y hasta de los políticos?
Carmen: Es verdad que si ahora viene un extraterrestre a España y pone la tele a las cinco de la tarde, se va horrorizado. Lo que no puede ser es que de cinco a ocho de la tarde los niños estén viendo la tele.
Paola: La educación te la tienen que dar en el colegio, pero sobre todo en casa, y oigo a muchos padres que dicen: Yo llevo a mi hijo a este colegio porque le educan muy bien. Si tú eres mal educada, tu hijo será como tú.
Carla: Para un padre es muy fácil echarle la culpa al colegio, o a la tele o a sus amigos, cuando son ellos los que están evadiendo su responsabilidad.
Lola: La educación que recibimos es fundamental y condiciona nuestra vida. Los colegios y las televisiones públicas también deberían ser un entorno para formar y enseñar. Pero ha cambiado la forma de vivir: cada uno se sienta con su sándwich delante de la tele y difícilmente se plantean temas relacionados con la educación. La vida que hemos decidido llevar no implica la norma de ser educado con el prójimo.
Carmen: Pues yo soy optimista porque doy charlas en colegios y veo el comportamiento de los chavales. Nuestra sociedad no está tan mal educada como la gente que se ve en la televisión.
Lola: Me alegro de que haya gente optimista, porque me horroriza lo que veo por la calle: gente insoportablemente agresiva. Cuando se abre un ascensor, te topas con una marabunta de veinte personas que te empujan. Esto es cotidiano y, si además tienen 20 años, ya entran pisándote. Creo que somos cuatro o cinco personas privilegiadas las que tenemos buena educación
Paola: No estoy de acuerdo. Yo me muevo muchísimo y no veo tan mala educación en la calle. Todos los días me encuentro a gente muy correcta y ahora que en nuestro país hay mucho extranjero, veo incluso que son muy educados.
Lola: Es verdad que los inmigrantes nos están dando una lección, porque aportan el conocimiento del idioma y el uso cotidiano de palabras como “por favor”, “gracias” o “señor”. Pero lo que veo de forma masiva es que se están perdiendo la cortesía y las buenas maneras, también en foros como el Parlamento.
Paola: Eso debería estar multado, porque un ministro o un diputado tienen la obligación de dar ejemplo, igual que el directivo de una compañía. Cada vez que dijeran una grosería, deberían recibir una sanción. Quien permite que se pase una frontera es porque tampoco tiene las reglas claras, porque a una persona bien educada, oír determinadas cosas le hace daño y no lo puede tolerar.
Carmen: En un ayuntamiento pequeño, los plenos no tienen nada que ver con las sesiones del Congreso. No vemos esa agresividad. En el ámbito de la escuela y en el ámbito académico, sí que se premia la buena educación. Yo trabajo en la universidad de Valencia y así lo veo.
Lola: ¿Pero por qué ahora está bien visto, incluso se considera moderno, el taco?: Con un exabrupto lo arreglan todo. Cada vez que alguien dice en una televisión la palabra “acojonante” o expresiones como “es la hostia”, deberían ser sancionados, igual que la persona que utilice calificativos que ofendan o humillen a otros.
Paola: Hay personas que se creen que está por encima de la ley y hay gente mal educada con títulos universitarios y sin ellos. Piensan que el mundo les debe algo.
Carla: Es verdad que hay políticos muy conocidos y periodistas bárbaros, de los que esperas una educación de la que carecen. Demuestran ser muy zafios porque no respetan a los demás y solo piensan en ellos mismos. Sin embargo, el más humilde, el que no sabe coger la cuchara según las normas de protocolo, resulta que es una persona educada. Eso lo vemos todos los días. La prepotencia hace que personas muy cultas se conviertan en los peores maleducados.
Lola: El hombre más rico de Italia es un buen ejemplo: Berlusconi es un perfecto maleducado y un grosero.
¿Pensáis que mucha gente necesitaría ir a clases de protocolo para aprender a comportarse en público?
Carla: Muchas veces confundimos el saber comportarnos delante de un embajador con otro concepto, que para mí es la clave de la buena educación, y simplemente consiste en respetar a los demás. Efectivamente, a lo mejor el tendero no conoce el protocolo de la embajada, pero no es prepotente.
Paola: El buen tendero es una persona educada, que se sabe el nombre de todo el mundo y resulta muy agradable en el trato. Con su lenguaje más pobre o más rico, está pendiente y es atento con todos. La buena educación no depende de clases sociales ni del nivel de estudios.
Carmen: Efectivamente, no tiene que ver con la actividad profesional, sino que se trata de una cualidad personal. También ocurre que en los últimos años la gente está más crispada. Es un momento social muy complicado a nivel económico.
Paola: La gente también se insultaba cuando las cosas iban bien. No hay que dar ningún premio la persona correcta, sino que lo lógico es que te hablen con amabilidad y tú respondas igual. Y eso también redunda en la imagen de un país. En Francia hay una generación que te trata con una amabilidad extrema, mientras en Italia se han vuelto insoportables. Vamos que no te tiran la compra a la cara de milagro. Y eso también hace que un país resulte más agradable o menos.
Lola: La buena educación es tan importante, que por falta de ella se mata y se muere. Grandes países han entrado en guerra por una falta de protocolo: si a un alto dignatario extranjero le das un lugar que no le corresponde, ese señor se sentirá maltratado. Una negociación se fundamenta en bases sólidas de protocolo. Y en un divorcio, que siempre es un desgarro, con buena educación y grandes dosis de generosidad, puedes hacer que tus hijos sufran la mitad. Y ésta es una máxima que se puede aplicar a cualquier tipo de situación en el mundo.
Carmen: La mayor queja de las parejas que conozco es que se pierden el respeto el uno al otro y se hablan mal. Yo no tenía ni idea de protocolo, pero ahora que trabajo en la universidad de Valencia, tengo que saber ciertas normas, aunque solo sea para redactar una nota de prensa y colocar a cada persona en el orden que le corresponde. No es ningún capricho, es necesario.
Carla: Efectivamente cualquier norma de protocolo facilita la vida porque marca reglas pensadas con mucha cabeza para que todo funcione.
Lola: Yo defiendo que es necesario un protocolo cotidiano. Si yo estoy cenando en un restaurante, ¿por qué tengo que sufrir la mala educación de un señor que se come un hueso y luego lo tira, o que moja el pan hasta el codo, que grita, que fuma y me hecha el humo a mí?…
Carmen: O a veces suena el móvil de la amiga que está contigo y a la vez el del tipo que está detrás, y se ponen todos a hablar a grito pelado. Habría que tener unas mínimas normas de comportamiento, eso está claro.
Paola: Ésa es la peor muestra de la mala educación: quedas con una amiga y le has cedido un tiempo para compartir. Pero suena el teléfono y se pone a hablar con otra persona. Yo siempre digo: ¡perdona, pero éste es mi tiempo!. Me molesta muchísimo y me parece una gran falta de educación.
Carla: Efectivamente, tu tiempo es sagrado y yo no puedo hacer que lo pierdas. Cuento otro ejemplo: A mí me ha pasado cuando voy en moto que algún conductor me ha escupido desde la ventanilla. Si es invierno, y voy con chubasquero y vaqueros, digo qué asco, pero vale. Pero cuando es veranito, y vas con la sandalia, es que te mueres. ¿Es tan difícil llevar un cleanex en el bolsillo? Pues no te dicen ni perdón ni nada.
Lola: El otro día cruzaba un paso de peatones y un conductor tiró una colilla encendida sobre mi pie. A quien te hace eso, ni perdón ni porras, porque es un grosero.
Paola: A la gente le cuesta mucho pedir perdón. Yo sufro siempre por la impuntualidad. Llegan tarde y además no te piden ni perdón.
Carmen: Si fuéramos más educados, cada uno de nosotros conseguiría más cosas. Eso redunda en el colectivo. No sé si con mayor educación, el país llegaría a ser más competitivo, pero sí esta claro que nuestros logros nos situarían en una posición mejor.
La educación está basada en el sentido común y por eso nunca va a pasar de moda.
Lola recuerda que “la buena educación te facilita la vida, te hace más feliz, crea empatía y eso siempre te devuelve algo bueno. La educación pone el listón más alto y ayuda a sacar lo mejor de nosotros mismos”. Paola añade: “Si fuéramos más educados, nos sentiríamos mejor con nosotros mismos, porque en el fondo la educación tiene algo de zen: te da equilibrio, serenidad y tranquilidad”. Y aunque no sea un valor en alza en la televisión, Carla concluye: “La buena educación nos hace la vida más fácil y nos da armonía, lo que va a permitir que triunfes en otras esferas. Hoy en día es vital”.
Frases para recordar:
Lola Carretero:
1.- “La buena educación se castiga. La persona prudente parece carca, estirada y antigua”.
2.- “La buena educación es tan importante, que por falta de ella se mata y se muere. Grandes países han entrado en guerra por una falta de protocolo”.
Carla Royo:
1.-”Hay políticos muy conocidos y periodistas bárbaros, que demuestran ser muy zafios porque no respetan a los demás y solo piensan en ellos mismos. La prepotencia hace que personas muy cultas se conviertan en los peores maleducados”.
2.-“Entre la gente del campo encuentras personas que tienen una sabiduría, una elegancia y una sencillez que impresionan. Si no saben, preguntan o se callan, pero nunca resultan groseros o maleducados. Tienen sentido común
Paola Dominguín:
1.-”Cada vez que un político o un directivo de una compañía dicen una grosería, deberían recibir una sanción”.
2.- “El drama es que la persona soez y malsonante al final sale en tres programas de televisión más. Entonces, la conclusión es: “Todos a ser maleducados”.
Carmen Amoraga:
1.-“La mayor queja de parejas que conozco es que se pierden el respeto el uno al otro y se hablan mal”.
2. “Se ha perdido la prudencia y ahora más que nunca la ignorancia es muy atrevida. Pensamos que todos sabemos de cualquier cosa y confundimos formación con educación”.
Datos estadísticos:
En la última década el gasto público en educación ha aumentado un 48,5% y el alumnado ha crecido un 12,5%, según los datos del Ministerio de Educación. La inversión en educación en 2010 superaba los 53 millones de euros, lo que supone el 5,05% del PIB. Y en este curso hay más de siete millones y medio de alumnos matriculados en enseñanzas no universitarias. ¿Se reflejan estos gastos en el comportamiento cotidiano en la calle?
Sobre la belleza y el buen gusto:
El concepto de la belleza y el buen gusto preocuparon a intelectuales del siglo XVIII que crearon en Madrid una tertulia cultural llamada Academia del Buen Gusto. La preocupación por la urbanidad y el civismo como rasgo que define a una sociedad ha continuado hasta hoy. Begoña Aranguren defendía en su libro “La buena educación” que la corrección y los modales son una guía para la vida que siempre nos enriquece. También Esther Tusquets, en «Pequeños delitos abominables», ha recogido un buen compendio de ruindades que hacen que nuestra existencia sea menos placentera por actitudes molestas y vulgares.
Ver también el debate: Año nuevo, vida nueva, publicado en Yo Dona el 20 de diciembre de 2010: «Deseos incumplidos, sueños imposibles… Una vez más las uvas llegan cargadas de promesas y propósitos, algunos tan radicales como cambiar de vida. Pero, ¿es realmente posible dar un giro total y reinventarse?
Ver video: http://www.elmundo.es/yodona/2010/12/30/revista/1293713273.html
Cuando empieza el nuevo año, nuestras cabezas se llenan de propósitos para cambiar y mejorar nuestras vidas. ¿Hacen falta sólo retoques o es posible reinventarse y dar un giro radical a nuestra existencia? Cómo hacerlo y los deseos para 2011 centran el debate.
Empieza un nuevo año, y más allá de pensar en hacer deporte, bajar unos kilos o dejar de fumar, hay muchas personas que acarician un verdadero deseo de cambiar de vida. Hoy nos preguntamos si es posible reinventarse, cuándo hay que hacerlo y qué coste tiene renunciar a los sueños. Pero también son importantes las claves del éxito para que ese impulso no se convierta en un salto mortal al vacío. Las tertulianas, Paola, Carla, Lola y Carmen, saben mucho de esto, porque han logrado abrir caminos totalmente nuevos en sus vidas en el ámbito profesional y personal.
Paola: Es totalmente posible reinventarse y el momento lo eliges tu o te lo pone la vida de frente. Hay situaciones que provocan que todo cambie o que te obligan a dar un giro radical. Por ejemplo, un divorcio es un momento perfecto para reinventarse porque tienes todas las cartas en la mano y nadie que te limite.
Carla: Las situaciones que te rodean, ya sea la profesión, un divorcio, o una buena idea, como fue mi caso, te animan a cambiar. Reinventarse no es inmediato, sino un proceso que puede durar años. El paso del tiempo es buen consejero y te ayuda a recanalizar la energía. Hay que estar dispuesta a evolucionar, a crear nuevas ideas y es mejor arrepentirse de lo que uno ha hecho, que de lo que nunca te has atrevido a hacer.
Carmen: No tenemos la obligación de reinventarnos, pero sí de conseguir que nuestra vida nos haga felices. Las crisis son adecuadas para propiciar el cambio, porque siempre hay un final, pero también un principio. Funcionamos por ciclos y el fin de año es buen momento para reflexionar. Creo firmemente en la reinvención y también en los pequeños reajustes. A veces no se trata de dar un cambio radical, sino de hacer pequeños retoques que te acercan a una vida más plena.
Lola: Hay que reinventarse siempre. Un año nuevo es buena fecha para hacer balance. Si lo que tienes te hace feliz, tu reinvención consiste en mantener eso. Si realmente no estás satisfecha y no has encontrado lo que buscas, no debes renunciar jamás.
Carla: Es verdad Lola que sentimos la necesidad de reinventarnos cuando nos va mal. Por supuesto que sí, pero no siempre. Reinventarse puede ocurrir por una oportunidad, una nueva idea, el nacimiento de un hijo, o por algo muy bueno que te ha sucedido en tu vida, como a Carmen, con un premio importante.
Lola: Para Carmen su reinvención ha sido motivada por una razón exógena, ser finalista del Planeta, pero yo parto de la reinvención que hacemos en nuestro fuero interno, tanto si te va bien como si te va mal. Me refiero a reflexionar sobre el lugar dónde estás y decidir si es el tuyo o no. Cuando estás contenta con tu vida, tienes la pequeña reinvención de cada día, en la que yo también creo. Pero no somos dueñas de lo que nos va a pasar y a veces sólo podemos intervenir en cómo afrontamos lo que se nos viene encima. Hay que estar muy alerta para el cambio que te propone la vida y reaccionar bien.
¿En estos tiempos es mejor pensar en la hipoteca y los gastos de colegio o siempre hay que darse el gusto de emprender nuevas aventuras creativas y emocionales?
Paola: No todo el mundo tiene las mismas necesidades. Yo me tuve que reinventar por completo porque quería trabajar. Intenté hacer cine, teatro…y llegó una fase en la que siempre dependía de alguien y estaba harta de esperar una llamada. Por eso me fundé mi propia firma comercial y nació una creatividad sin fin para diseñar joyas, maletas, vajillas o bolsos. La moda fue mi sitio en un momento dado, pero no puedes seguir siendo modelo con 40 años y tuve que volver a empezar. También es importante la etapa de madre, que requiere toda la entrega del mundo y es maravillosa. Ahora tengo mi sitio.
Carla: En mi caso fue una idea. Se convirtió en un sueño y puse todo mi empeño para sacarla adelante, siempre con mucha cabeza y muy despacio, porque fueron cinco años de trabajo. Cuando ves que ya no hay vuelta atrás, que ese proyecto es realidad, acabas dejando a un lado tu vida anterior. En mi caso, el trabajo que tenía era muy bonito y muy seguro, pero tomas la decisión de tirarte a la piscina.
Lola: Nada es tan inseguro como la vida. Si partes de que no sabemos si dentro de una hora vamos a seguir en ella, absurdo me parece pensar en lo seguro. Yo creo, como dice Paola, en seguir un camino. Tienes que mirarte y observarte para saber de verdad qué quieres. Y desde luego dar el salto, pero nunca darte el batacazo.
Carla: Todos los días nos pasan por delante oportunidades maravillosas, pero si no estás alerta, a lo mejor ni te das cuenta. Los trenes pasan y paran, pero si estás mirando a otro lado, se van. Y no te cuento ya los reflejos que hacen falta para subirse a un tren en marcha, que también es posible.
Carmen: Para mi el premio no ha supuesto ningún salto al vacío, porque desde hace años he ido creciendo como escritora y como periodista, pero siempre pensé que cuando tuviera una hija me tendría que centrar en trabajos que me garantizaran la manutención. Después me di cuenta de que lo que más necesitaba mi hija era una madre satisfecha y feliz. Y me siento así cuando hago cosas que me gustan. Lo importante es pensar qué puede ocurrir si no haces lo que a ti te gusta y en ese caso cómo te vas a sentir.
Lola: No sé si os dais cuenta de que estamos hablando de reinventarnos cuatro mujeres que somos muy afortunadas y que podemos permitirnos el lujo de querer cambiar. Pero a mi me gustaría que se pudiera reinventar, aún en mi perjuicio, la persona que trabaja en mi casa, la cajera de un supermercado o quien pide en la calle. Normalmente no tienen esa posibilidad. Reinventarse es un privilegio y no se nos debe olvidar nunca.
Carmen: Claro que no, pero yo creo que todo depende mucho del talante de cada uno. Un amigo dirigía un periódico en Valencia y, con la crisis, ha sido despedido. Te puedo decir que se ha reinventado con un blog y la docencia, mientras que a la vez despidieron al subdirector y está en su casa. Es decir, que no todo el mundo tiene la misma capacidad para rehacer su vida.
¿A veces queremos cambiar de vida porque no sabemos valorar lo que tenemos?
Carmen: Tenemos ideas románticas que nos abocan a la insatisfacción. Pensamos que no tenemos todo lo que podríamos conseguir y no valoramos lo que tenemos. Por ejemplo, mucha gente piensa que su sueño sería vivir en un pueblo. Son ideas que nos generan frustración. Por eso estoy con Lola en que la reinvención empieza por saber qué quieres ser y qué quieres hacer
Paola: Nos dejamos llevar por la inercia. Mucha gente sigue a la manada, como los borregos y por eso siempre se quejan de lo que tienen alrededor. Es gente insatisfecha. Además vivimos en una sociedad consumista donde nos preocupa más tener el Ipad que la familia o los amigos, a quienes dejas de lado para ponerte a estudiar cómo funciona la última tecnología. También hay mucha gente que no está contenta con lo que tiene y en su casa no falta de nada. De esa forma no se puede ser feliz.
Carla: Estoy contigo en que muchas veces buscamos la satisfacción inmediata por encima de otras alternativas que nos hacen felices no sólo en el plano laboral, sino en el personal. Queremos estar bien ya, ahora mismo, y eso muy complicado. Es verdad que somos muy borregos.
Paola: Y todas conocéis gente que invierte mucho tiempo en triunfar y yo me pregunto: ¿Para qué narices se casan y tienen familia, si luego no les hacen ni caso?. Yo estoy muy rebelde y he cortado con todo. He tirado tres contenedores de cosas, he aligerado el equipaje todo lo que he podido y defiendo el concepto zen de autenticidad y espacios libres.
Lola: Yo también. Creo en el orden en general, pero básicamente en el orden profundo, en saber mirar dentro de ti y quitar lo que no vale. Hace muchos años tuve una época en la que estaba muy saturada porque me cayó encima una tragedia y me reinventó a mi la vida desde fuera. Me hice la promesa de que iba a tomar vacaciones todos los días de mi vida con una hora dedicada por entero a mí. Quería mirarme yo y mirar a la gente. Eso fue básico y también sacar todas las cosas que te pesan y que no te sirven. Yo sólo soy fiel en mis afectos, lo prioritario. En lo demás, no tengo apego a nada. Lo tiro todo con enorme facilidad..
Paola: Ya sé de lo que hablas….toda la historia de la familia….¡¡Yo tenía archivos de todos!!…y me he liberado.
Lola: Hay que quitarse pesos físicos, psíquicos y afectivos. Porque a veces hay personas a nuestro alrededor que son nefastas y también hay que saber dejarlas a un lado. Tenemos que saber hasta dónde estamos dispuestas a llegar para conseguir nuestros sueños.
Carmen: Cuando pensamos en reinventarnos nos vienen a la cabeza aspectos materiales o profesionales y muchas veces somos nosotras mismas nuestro propio enemigo. Parece que estamos obligadas a mejorar en conjunto, pero realmente lo importante es el día a día.
En estas fechas nos fijamos retos que a los 15 días se han desvanecido…¿son objetivos que no se pueden cumplir o no sabemos sacarle partido a nuestra vida?
Carla: Ahora es buen momento para pensar qué te gustaría mejorar o cambiar. Sin embargo, para que todos esos propósitos estupendos no caigan en saco roto, como suele acabar pasando, es mucho más interesante seguir todo el año poniéndote retos, marcándote nuevas ilusiones. Hay que pensar permanentemente, no una vez al año. Todos los días tengo que reflexionar sobre qué quiero y cómo lo puedo conseguir. Un día nos podemos despistar, pero no 11 meses.
Carmen: Y todos esos proyectos caen en saco roto por lo que tu dices Carla: Creemos que la reinvención tiene que ser inmediata. Si en dos semanas no he adelgazado, pues me doy otra vez al jamón.
Paola: Es una cuestión de disciplina. Para los deseos también hay que tener perseverancia. Es importante tener todos tus objetivos escritos en un papel.
Lola: Los grandes retos están muy bien, pero necesitan una base profunda. Si dices hoy no voy a fumar, lo consigues, y mañana también, cuando te quieras dar cuenta ya llevas una semana. Hay que trabajar los objetivos cada día.
Paola: Leí en un libro zen que estos propósitos hay que recordarlos durante 11 días, porque ése es el tiempo que necesita el cerebro para que se quede grabado. El número mágico es el 11.
Despedimos 2010….¿Cuál es vuestro deseo, para 2011?
Lola: Estoy en una fase en que me importa lo muy esencial. Mi mundo profesional es bastante frívolo, y aunque se trabaja mucho y Carla lo sabe, tiene mucho de aparentar y a mí cada día me cansa más. Ahora mismo me gustaría reinventarme absolutamente para de verdad ayudar a los que más lo necesitan. ¿Cómo no estoy yo, por ejemplo, ayudando a niños? Si este año las cosas me lo permiten, me gustaría meterme en un mundo de más verdad, de más necesidad, y ayudar a gente que está peor que yo. Valoro más el dar que el recibir y es lo que me gustaría hacer en 2011. Me querría tirar de cabeza y olvidar todo lo insustancial que nos rodea, todo lo ficticio y todo lo innecesario.
Carmen: Estamos en una época muy complicada y yo pido que no nos ahoguemos para seguir sobrellevando esta situación. A nivel particular me gustaría seguir aportando todo lo que esté en mi mano para que el mundo que rodea a mi hija sea cada vez un poco mejor. Debemos ser un poco más solidarios y dejar de mirarnos tanto el ombligo.
Carla: Para 2011 yo pido muchas cosas: que el país salga de la crisis, que la situación de las personas que lo están pasando mal mejore y que no haya niños que se mueran de hambre. Profesionalmente me encuentro en un momento muy bueno, quiero seguir creando e innovando, porque estoy contenta y satisfecha y eso repercute en mi familia. Personalmente, que mis hijos y mi marido tengan salud, porque es la mejor manera de disfrutar de lo que la vida nos da.
Paola: Mi deseo es que seamos más personas y que miremos más a nuestro alrededor y también que 2011 sea como cada uno se lo quiera pintar. Hace año y medio pedí un deseo, el mejor de mi vida, porque me ha dado el regalo más grande y fue: “Que me venga lo que me merezca”. Y lo que me ha llegado ha sido un gran premio. Como pidas mucho te equivocas, porque olvidas detalles que tienen mucha importancia. Deseo para 2011 que cada persona tenga el año que se merezca.
En la imagen de cabecera: De izquierda a derecha: Paola Dominguín; Isabel García-Zarza, (jefe de Política y Sociedad de Yo Dona); Lola Carretero, Carmen Amoraga, Silvia Castillo, (colaboradora de Yo Dona y autora de la tertulia) y Carla Royo Vilanova.