Celeste López, redactora jefa en La Vanguardia y autora del blog «Historias de Vida», también publicó su reflexión y sus sentimientos sobre la dramática historia de Marisa Hag, madre de 5 hijos con amenaza de desahucio de la Empresa Municipal de la Vivienda de Madrid. Quiero agradecer a Celeste López su sensibilidad y su valor. Ella también es una mujer coraje: periodista rigurosa y valiente y también una gran persona.
Una historia de vergüenza
No conozco a Marisa Hag salvo por un reportaje publicado por una de las periodistas con mayor sensibilidad que conozco, Silvia Castillo, en Yo Dona. Era uno de los personajes que ilustraba su artículo de madres coraje, mujeres que, azotadas por la vida y rematadas por la crisis, abrían su corazón para explicar cómo sobrevivían. Su caso era especialmente sangrante: 29 años, cinco hijos –el más pequeño de 4- y sola, porque su marido desapareció cuando ambos perdieron el trabajo hace cosa de dos años. Para más inri, ella tiene un tumor en el tiroides y debe ser operada.
Pero si todo esto no es suficiente, ahora Marisa se enfrenta a un desahucio por impago a la Empresa Municipal de la Vivienda de Madrid (EMV), organismo dependiente del Ayuntamiento que dirige Ana Botella. La casa la adquirieron cuando hace tres años, cuando ambos tenían trabajo, ella en el servicio de limpieza del hospital Ramón y Cajal. Pero, ¿cómo va a pagar? Acabado el paro, cobra 400 euros de renta mínima, cantidad de la que hay que descontar unos 140 euros del comedor de sus retoños. Sus niños no han conseguido los libros de texto porque lo que sobra es sencillamente para sobrevivir.
No encuentra trabajo, ¿cómo encontrarlos en los tiempos en los que estamos?, y encima ha tenido que retrasar su operación porque le coincidía con la fecha del desahucio, 30 de septiembre.
Gente como Silvia se han movilizado para paralizar ese maldito desahucio; de hecho, su salida en antena (Cope) parece que puede surgir efecto… que el Ayuntamiento, ese que tiene una deuda millonaria y que optaba a los Juegos Olímpicos, se apiade y no dejen a esta mujer y a sus hijos en la puta calle. ¡Ojalá!, de corazón. Pero la respuesta no es satisfactoria porque ¿cuántas Marisas hay en estos tiempos de crisis cuya historia se desconoce y que no cuentan con periodistas que puedan denunciar su situación? Silvia me dice que se siente impotente ante estas nuevas realidades que, de tan repetidas, pueden dejar de ser noticia. Yo voy más allá, siento vergüenza, mucha vergüenza.
Para ver el post íntegro: http://blogs.lavanguardia.com/historias-de-vida/2013/09/25/madres-corajes-63256/