Por si no fuera suficiente lidiar con el humor cambiante y los cambios hormonales, a los problemas habituales como las drogas y el alcohol, se unen las redes sociales e internet, terreno en el que los adolescentes juegan con ventaja sobre los padres. La adolescencia es una etapa complicada en la que… ¿hasta qué punto puede ejercerse un control sobre los jóvenes sin vulnerar su intimidad? ¿Cómo acercarse a ellos sin alejarlos? Son algunos de los puntos que Lola Carretero, periodista; Marta Colomina, directora de marketing de PwC, Koro Castellano, directora general de BuyVip, y Yolanda García, guionista y directora de cine, discuten en la tertulia semanal de Yo Dona, publicada el 5 de agosto de 2011.
Cada vez es más difícil para los padres controlar a sus hijos adolescentes y muchos se ven obligados a recurrir a detectives. ¿Cómo podemos saber qué peligros corren y qué debemos hacer para evitarlos?
Por SILVIA CASTILLO fotos CARLOS ALBA
Muchos padres con un adolescente en casa, descubren un día que viven con un extraño, de quien no saben qué piensa, con quién va, qué hace cuando está delante del ordenador y cómo se divierte. Los sentimientos, necesidades y peligros que afectan a su vida, se han convertido en un gran misterio para el resto de la familia. Gana terreno la incomunicación, los enfrentamientos, las sospechas y la angustia. ¿Cómo afrontar esta pesadilla? Lola y Koro Castellano conoce casos dramáticos, donde los padres se han visto obligados a dar a sus hijos por perdidos. Ambas pueden entender que haya padres que tengan que recurrir a un detective, pero Yolanda y Marta no están de acuerdo y proponen otras medidas. El debate arranca con la polémica sobre cómo controlar a los adolescentes, por ejemplo en casa, cuando lo único que les interesa es Internet.
Koro: No me creo que haya padres concienciados de la educación de sus hijos que hagan dejación de su responsabilidad cuando se pone delante de un ordenador. Si te preocupa lo que hace, esa responsabilidad se extiende a todos los ámbitos. Sin embargo, dos tercios de los adolescentes españoles se declaran adictos a las redes sociales y el 96% se conectan todos los días. Si tienes algún interés en saber qué hace tu hijo, más vale que te sientes con él y te pongas las pilas para ver qué está pasando. Tenemos la obligación de formarnos. Hay niños en redes sociales con 12 años, cuando la ley no se lo permite hasta los 14, es decir, el padre le deja pero la ley no. Tenemos la obligación de educarles sobre los riesgos del alcohol, las drogas y la tecnología. Los padres que no saben qué les ocurre a sus hijos en la red, es que no se enteran en general. Yo tengo dos hijos y a mí no me gusta la palabra controlar, prefiero educar.
Yolanda: A mi la palabra control sí me gusta. Es como vigilar que no se salga el agua de la bañera: hay que estar atenta. Tener a los hijos delante del ordenador ha solucionado muchos problemas de falta de tiempo. Creen que el niño está totalmente seguro en casa, pero no saben en qué mundo navega. Igual que te sabes la tabla de multiplicar, también debes enterarte de que hay fórmulas para protegerles en Internet. Tener un hijo te obliga a ocuparte de él y educarle, pero hay padres que cuando les llaman desde el hospital porque el chaval tiene un coma etílico responden sorprendidos: ¡mi hijo no bebe y ha sido algo esporádico!. No es verdad. Como padre tenías que haberte ocupado antes. Yo creo que hay que generar un clima de confianza donde las preocupaciones de tu hijo te repercutan como interrogante.
Lola: A los padres les ha salido un grano gordísimo. No se enteran y ha habido una dejación de disciplinas y de valores. Estás obligado a educar a tu hijo, a alimentarle y también a enseñarle, a controlarle. Reclamo esa palabra porque la ley hace responsables a los padres hasta los 18 años. Hay que echar mano de consejos tradicionales, es decir, de una disciplina con cariño y de un acercamiento mayor. Pero muchos padres tienen una enorme frustración porque no pueden ir a dar clases de informática. Lo tienen difícil, pero la mejor arma es el acercamiento. No a Internet, sino a sus hijos: hablar con ellos, estar más con ellos y potenciar la relación.
Marta: Evidentemente es muy importante estar cerca y darles armas para que gestionen esos riesgos. Internet es uno de ellos, otro son las drogas, pero cada vez hay más, en una época en que hemos delegado las funciones de educar a los colegios, por falta de tiempo. Mis hijos son pequeños, pero pienso que los problemas no surgen del día a la mañana. Es decir, que no creo que de repente el adolescente se levante un día y resulta que ya es un adicto a las redes sociales. Estoy convencida de que es un proceso y que el niño que a los 7 años es un tirano y hace lo que le da la gana, a los 11 es conflictivo y a los 15 le has perdido. Si no hablas con tu hijo cuando tiene 8 años, no llames a su puerta a los 15, porque no te abrirá.
Yolanda: Pues aunque te resulte increíble, mi hija, que siempre fue buena estudiante y buena persona, un día se despertó siendo una adolescente insoportable. Ahora ella misma me pregunta: ¿Cómo me aguantabas? Para mi fue una sorpresa y es cierto que un día, de repente, han cambiado. Pensé que no iba a ocurrir, precisamente porque habíamos tenido muy buena relación en su infancia. Pero no es verdad. Ahora la adolescencia ya no es a los 15, sino a los 12 años. Es una etapa de rebeldía en la que tienen más interés por sus amigos que por su familia. Ellos también se sorprenden por ese cambio repentino, pero te aseguro que nosotros nos quedamos estupefactos.
¿La adolescencia es un sarampión que igual que surge se va? ¿Corres el riesgo de perderles en el camino?
Yolanda: Efectivamente es un sarampión y un día desaparece. También es verdad lo que dice Marta: si has tenido buena relación, cuando se les pasa, también de repente, recuperas a ese hijo porque has estado muy cerca de él. Lo que no debes hacer es tirar la toalla, porque son recuperables. Segurísimo. Me refiero a los normales, con los que has tenido buena relación. Lo que garantizo es que esta crisis la pasan todos. Es absolutamente inevitable
Lola: Totalmente cierto. La enfermedad se produce, pero la intensidad es diferente. En algunos casos la fiebre es muy alta y les tienes que llevar a urgencias y a veces internar. En ocasiones se cronifica, porque la infección no ha sido bien tratada y el niño se pierde por el camino. Los padres tienen en contra una sociedad llena de ‘Peter Pans’ que no quieren crecer y hay muchos de 29 años que siguen siendo adolescentes.
Marta: La culpa es de los padres, no de los niños. Les seguimos pagando los gastos y si no quieren estudiar, le damos cama y comida, pero no deberían tener dinero para el móvil o la gasolina.
Lola: La culpa es de una sociedad demasiado tolerante que no te permite ejercer el control y defender valores como la disciplina. Las madres nos dedicamos a dos o tres tareas apasionantes, además del cuidado de los hijos. Pero por muy bien que lo hayas hecho, un hijo se te puede perder y es irrecuperable. El sarampión te lo vas a encontrar con toda seguridad y, mientras esté en tu casa, le puedes dejar de pagar el móvil o quitarle el ordenador. Hay armas, pero no se te olvide que has empezado una guerra y la respuesta a veces es cruenta. La angustia de los padres con un hijo en batalla es tremenda. Te tienes que pertrechar para no tirar la toalla, y decirles que no eres su amiga, sino su madre, y que les quieres mucho. Sin duda era más fácil hace 10 años que hoy.
Koro: El tsunami en mi casa no ha empezado. En lo único en lo que voy a poder confiar es en mi sentido común y, como decía Yolanda, en fomentar la mayor comunicación posible con ellos. Es muy importante que tengan valores muy claros y que exista buena comunicación en la familia, aunque eso tampoco garantiza nada. Leí el caso de una niña, con notas excelentes, que se metió en un grupo de ñetas y se dedicaba a dar palizas y a traficar con droga. Cuando empezaron a pegarle a ella, se dio cuenta de que no era tan divertido dar palizas y se arrepintió. Los padres no entendían nada. La vida de la familia de pronto se derrumba y estás en sus manos.
Lola: A veces es tan absurdo que tienes que confiar en la suerte, porque la influencia del entorno es muy potente.
Yolanda: Para ellos es tan importante el grupo, que depende de la gente con la que vayan, la influencia puede ser destructiva. Ahí no tenemos nada que hacer los padres. Ellos no te dejan entrar.
Ante situaciones desesperadas, los padres recurren cada vez más a investigadores privados para saber qué están haciendo sus hijos. ¿Se justifica llegar a este extremo?
Lola: El gran trabajo de los detectives ahora mismo es seguir a los adolescentes. Es un arma perfectamente lícita y adecuada, cuando ya no puedes más. Yo comparto despacho con unos detectives privados que siguen a muchos niños de 13 a 18 años y han encontrado casos espeluznantes y también casos tranquilizadores para los padres. El niño se podrá cabrear, pero no puede denunciar al padre, por que el adulto tiene la obligación de averiguar lo que pasa. Si el niño roba, quien va a responder es la familia.
Yolanda: Un detective es necesario en las películas y en las novelas. En primer lugar, solo la gente de un nivel adquisitivo alto puede permitirse algo así. Los padres pueden justificar cualquier cosa, por tremenda que parezca, lo que no quiere decir que esté «justificado». Si has llegado a poner un detective en la vida de tu hijo, es que algo serio ha fallado durante los años previos a esa necesidad. Aunque no olvidemos que también hay que exigir responsabilidad a los jóvenes.
Marta: Contratar a un detective, porque no sabes qué hace tu hijo los fines de semana, no me parece lo más adecuado. Mejor habla con él primero. Cuando se busca un detective, posiblemente ya es tarde para buscar otras alternativas, como un dialogo mas abierto
Koro: Cuando llegas al detective ya lo has intentado todo. Tengo una amiga abogada que se dedica a estos casos y hay muchísimos. Me contaba que un matrimonio ha renunciado a la patria potestad de sus hijos de 16 y 15 años. Se los han entregado al Estado porque son incapaces de controlarles. Una familia de clase media-alta, absolutamente normal, con unos hijos que han ido a un colegio caro. ¿Qué ha ocurrido?: Los padres se quieren y al final han decidido salvarse ellos. Los hijos van a estar dos años internos en un correccional de menores y después de ese tiempo verán si los han recuperado o no.
Lola: Ellos han conseguido que los ingresen, lo malo es que eso ocurre muy pocas veces. En la mayor parte de los casos, para que acepten esa medida, hay que llegar casi al apuñalamiento.
Koro: Me da una pena terrible y ruego a Dios todos los días que a mí no me pase eso, pero lo entiendo.
Lola: Tu harías lo mismo Koro, si vieras que vas a perder a tus hijos.
Koro: Pues seguro que sí. ¿Qué no harías por un hijo?
Lola: No es una agresión. Es un salvamento. Son casos extremos.
Marta: Estoy de acuerdo en que los padres tienen derecho a saber qué hacen sus hijos, entre otras cosas, porque son responsables de sus actos. Posiblemente, investigarles puede ayudar a enfocar un problema, pero en ningún caso es una solución. Habría que trabajar otras vías para abrir alguna comunicación con el hijo adolescente.
Yolanda: Los padres están perdidos, desesperados y muertos de miedo, pero las relaciones se construyen con esfuerzo y dedicación. «No tenemos tiempo» es la frase favorita de esos padres que se llevan las manos a la cabeza. Solo conozco un caso donde, en lugar de un detective, enviaron a un hijo menor a vigilar a su hermano. Sirvió para confirmar sospechas y consiguieron arreglar el problema con mucho esfuerzo y dedicación por ambas partes. Evidentemente no debes ser amigo de tus hijos, pero sí hay que crear un clima de confianza. Es fundamental que tenga la libertad de preguntar para que le puedas ayudar.
Hablemos pues de libertad y de confianza. ¿Es conveniente que los adolescentes lleven a sus amigos y novios a casa para saber con quién están?
Yolanda: Depende de los hijos y de los padres. Que traigan el novio a casa no significa que conozcas al resto de sus amistades. Yo he sido una madre de preguntar: dónde has estado, con quién, cómo…..¿cómo no me voy a ocupar de esta persona, que es mi hija? También es verdad que hay gente que decide que sus hijos traigan a las novias y los novios a casa, les dan los preservativos y consideran que así somos más amigos y más libres. Yo no soy capaz de decir si eso es bueno o es malo. Es una decisión de cada uno. Depende del hijo, de la casa y de muchos factores, pero no creo que eso sea solución.
Koro: Hay que establecer límites y además los hijos los agradecen. Tienes que fijar con claridad las reglas del tablero y mantenerlas, que muchas veces es lo más difícil. Lo que no puedes hacer es dejarles en el caos.
Marta: Con la naturalidad con la que traemos a nuestros amigos a casa, podemos darles facilidades para que ellos traigan a sus amigos, novias o novios. Eso no quita que les pidas un respeto a tus formas de pensar y actuar. Como en todo, son hábitos que tienen que empezar desde pequeños: no puedes pretender que traiga a sus amigos con 16 años, si antes no habían estado nunca.
Lola: Una familia del Opus Dei no va a tener las mismas normas que yo, eso ya lo sé. Pero todos tenemos que tener normas. Recuerdo que yo fui una pésima adolescente e hice sufrir mucho a mis padres. Era provocadora, protestona, llegaba muy tarde, plantaba batalla por todo. Mis padres se preguntaban: ¿se le pasará?. Pero había unos valores muy claros y tuve suerte de no perder la cabeza. Mis hijos han tenido mejor adolescencia que yo 40 veces y les entendía muy bien. Sin embargo, dije: aquí de entender nada. Disciplina. Y es curioso: la adolescente rebelde que fui ha actuado como una madre conservadora y no me arrepiento para nada.
Koro también vuelve la vista atrás: “Hay que aplicar el sentido común y recurrir a tu memoria. ¿Cómo eras tu?, ¿qué te pasaba?. Yo, como dice Lola, fui una adolescente perfecta y no sé cómo mi madre aguantó. Era muy rebelde y se lo hice pasar fatal a todos. Cuando se acabó esa etapa, fue maravilloso”. Marta confirma que “si nos acordamos de nuestra adolescencia, hemos tenido suerte. Había muchos riesgos, en aquellos años con una voluntad y una personalidad débil. Estuvimos muchas veces en el límite, sin llegar a caer. Ahora hay muchos riesgos, pero antes también”.
Todas coinciden en que nadie está libre de la convivencia con un adolescente en crisis. Yolanda concluye: “El entorno y los amigos son fundamentales, pero eso no significa que lo aprendido en casa caiga en saco roto. Los cimientos siempre quedarán. Lo fundamental es ocuparse de los hijos, mucho antes de tener que preocuparse”.
Datos:
Según Eva Grueso, presidenta de la asociación de detectives españoles, el 20% del trabajo de los investigadores privados en la actualidad consiste en seguir a adolescentes. Los padres tienen una preocupación creciente por saber si beben o se drogan. Son servicios que solicitan familias de todas las clases sociales. En la mayoría de los casos, siguen a chicos de entre 16 y 18 años y a chicas de entre 14 y 16. Aportan a los padres fotografías y videos. También realizan averiguaciones sobre el correo electrónico de los menores y sobre la navegación en Internet.
Tertulianas:
–Yolanda García Serrano, guionista y directora de cine. Su última obra de teatro es Good sex, good day.
–Koro Castellano, directora general de Buyvip.com para España y Portugal.
–Lola Carretero, periodista colaboradora de la Cadena Ser y de “Las Mañanas” de TVE.
–Marta Colomina, directora de Márketing Relacional de PwC.
Frases para recordar:
–Yolanda García Serrano: «No debes tirar la toalla, porque son recuperables, cuando antes has tenido buena relación. Lo que garantizo es que esta crisis la pasan todos y es absolutamente inevitable”.
–Koro Castellano: “Los padres que no saben qué les ocurre a sus hijos en la red, es que no se enteran de lo que les pasa en general”.
–Lola Carreterro: “La angustia de los padres con un hijo en batalla es tremenda. Te tienes que pertrechar para no tirar la toalla”.
– “La mejor arma es el acercamiento. No a Internet, sino a los hijos: hablar con ellos e intentar potenciar la relación”.
–Marta Colomina: “Hemos delegado las funciones de educar a los colegios, por falta de tiempo”. “ Cuando se busca un detective, posiblemente ya es tarde para buscar otras alternativas, como un dialogo mas abierto”